Introducción
Estamos tan acostumbrados a la electricidad y al internet que apenas pensamos en ellos. En las ciudades, lo normal es encender una luz, cargar el celular o conectarse al Wi-Fi sin preguntarse de dónde viene esa energía o cómo llega la señal. Tanto es así que, cuando pensamos en “nuevas tecnologías”, solemos imaginar primero el Wi-Fi y después los paneles solares como un extra moderno y sostenible.
Pero la realidad de miles de personas es muy distinta. En lugares aislados como la comarca Ngäbe Buglé, en Panamá, nunca hubo electricidad ni mucho menos conexión a internet. Hogares enteros han vivido siempre en la oscuridad al caer la noche, sin neveras, sin bombillas, sin computadoras. Para ellos, soluciones innovadoras como los sistemas solares domésticos no son un lujo verde: son la única puerta de entrada al desarrollo.
Vida entre las montañas
La comarca Ngäbe Buglé se extiende sobre una de las regiones más apartadas y montañosas de Panamá. Allí, la naturaleza impone su ritmo: los caminos son largos y difíciles, y el acceso a los centros urbanos resulta limitado. En este entorno, la población ngäbe mantiene un fuerte vínculo con la tierra, cultivando principalmente para el autoconsumo y conservando tradiciones que han pasado de generación en generación.
Ese aislamiento, que ha permitido preservar su identidad cultural, también plantea grandes retos. Muchos hogares carecen de servicios básicos y las oportunidades educativas o económicas son escasas. La pobreza se combina con la falta de infraestructura y de conectividad, lo que dificulta que los jóvenes encuentren alternativas de desarrollo más allá de la agricultura y la ganadería de subsistencia.
Primero llegó la luz: el piloto Luz en Casa de acciona.org
A comienzos de 2019, acciona.org, la fundación corporativa del grupo ACCIONA dedicada a llevar servicios básicos a comunidades vulnerables, desplegó su primer gran proyecto en Panamá: el piloto Luz en Casa Ngäbe-Buglé. Su misión es clara: “facilitamos electricidad a la población panameña más aislada y desatendida”. Desde su origen, el programa buscó llegar allí donde los planes de electrificación convencional no lo hacen, sobre todo en comarcas indígenas que permanecen desconectadas de la red nacional. La solución se basó en la instalación de paneles solares en los hogares, como alternativa viable y sostenible.
El impacto fue tangible: alrededor de seis horas diarias de luz en 400 hogares de siete comunidades rurales, beneficiando a unas 2 250 personas. La cuota mensual de 5 balboas resultaba significativamente menor que el gasto anterior en velas, pilas o mecheros, lo que alivió la economía familiar. Además, se creó un Centro Luz en Casa gestionado por un emprendedor local, encargado de reparaciones, asesorías y venta de accesorios compatibles, generando así actividad económica en la propia comarca.
Con el paso de los años, el proyecto dejó de ser solo un piloto para escalar de manera notable. Gracias a alianzas con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la Unión Europea, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación de Panamá (SENACYT) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se sumaron recursos técnicos, institucionales y financieros que permitieron su expansión.
En 2025, las cifras hablan por sí solas: más de 30 000 personas beneficiadas, 5 338 hogares, escuelas y pequeños negocios con electricidad y 277 comunidades rurales e indígenas atendidas. Los sistemas, además, se han consolidado como una alternativa moderna y segura: ligeros, compactos, eficientes y libres de materiales contaminantes, diseñados para cubrir la demanda básica de hogares en lugares muy remotos.
Luego llegó la conexión: jóvenes indígenas lideran la transformación digital

Fue a partir del brillo de esos paneles que nació una nueva posibilidad: la conectividad digital. El 26 de mayo de 2025, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el organismo internacional especializado en liderar los esfuerzos globales para erradicar el hambre y promover la seguridad alimentaria, lanzó junto con la República Popular China el proyecto “Transformación digital e innovación en la agricultura” en cuatro organizaciones de productores de Ngäbe-Buglé. La iniciativa, enmarcada en el programa de cooperación Sur-Sur, buscaba acercar herramientas tecnológicas a comunidades rurales y apoyar a pequeños productores mediante la alfabetización digital, el uso de redes satelitales y la introducción de soluciones innovadoras para mejorar la productividad y los medios de vida.
Dos jóvenes se convirtieron en protagonistas. Juan Cedeño (20) y Milka Rodríguez (23) —estudiantes de Educación Intercultural Bilingüe— fueron invitados por sus padres, líderes comunitarios, a formarse durante cinco semanas en alfabetización digital: uso de Internet, redes sociales, tablets, PC y software laboral. Rápidamente destacaron por su liderazgo y compromiso.
Arquímedes Pérez, oficial de TI (tecnología de la información) de la oficina subregional de la FAO, los incorporó directamente a la implementación: instalaron antenas satelitales, configuraron redes Wi-Fi, conectaron dispositivos, solucionaron problemas técnicos y mantuvieron los paneles solares que alimentaban todo ese sistema.
Un nexo que trasciende: de la energía a la oportunidad
Gracias a esta sinergia entre energía limpia y educación digital, Milka y Juan no solo modernizaron sus comunidades, sino que reinventaron sus economías locales. Hoy gestionan cuentas en redes sociales donde comercializan artesanías, granos y legumbres, incluso fuera de sus municipios. Además, consultan pronósticos meteorológicos, precios de mercado y técnicas agrícolas online para tomar decisiones más informadas.
Y su legado no se detiene ahí: ahora transmiten todo ese conocimiento a otros jóvenes, sembrando una semilla de autonomía tecnológica y empoderamiento colectivo.
Epílogo: alumbrar el mañana para iluminar el camino
En Ngäbe-Buglé, el orden habitual se invirtió: antes que el internet, llegó la energía solar. Los paneles no solo iluminaron hogares y permitieron cargar teléfonos o escuchar la radio, también hicieron posible que, más adelante, la FAO y jóvenes de la propia comunidad tendieran el puente hacia algo aún más transformador: la conexión digital.
Esta historia no solo habla de innovación tecnológica. Es un testimonio de cómo la dignidad y el talento indígena, junto con alianzas estratégicas, pueden transformar vidas. En esas montañas, hoy late un nuevo pulso: el de una generación conectada, creativa y dueña de su destino.
Fuentes consultadas
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FAO – Digitalizing Panama’s mountain communities
https://www.fao.org/newsroom/story/digitalizing-panama-s-mountain/es -
Acciona.org – Piloto Luz en Casa Ngäbe Buglé
https://www.acciona.org/es/sala-prensa/noticias/2019/enero/piloto-lc-ngabe-bugle -
PV Magazine Latam – La solar lleva electricidad a 2 250 personas de comunidades indígenas en Panamá
https://www.pv-magazine-latam.com/2019/01/10/la-solar-lleva-electricidad-a-2-250-personas-de-comunidades-indigenas-en-panama -
Revista Estrategia y Negocios – Juventud indígena ha introducido la era digital en los pueblos de montaña de Panamá
https://www.revistaeyn.com/tecnologia-cultura-digital/juventud-indigena-ha-introducido-la-era-digital-en-los-pueblos-de-montana-de-panama-HJ25975211